Resumen de la tesis de Maestría en Psiconeuroendocrinoinmunología de la U. Favlaoro
Autor: Dr Joaquin Grehan
Tutora: Mg. Bioq. Graciela Montenegro
Los avances de la medicina molecular y las técnicas de neuroimágenes funcionales han permitido establecer una compleja red que relaciona la conducta y los procesos cognitivos con adaptaciones fisiológicas que modifican a nivel genético y epigenético las funciones celulares. Esta red que integra la Psiconeuroendocrinoinmunología nos permite trazar un camino desde lo bio-psico-social a lo molecular, particularmente sobre el sistema inmunológico. Estos avances, especialmente en el cáncer, han dado inicio a toda una nueva gama de posibilidades terapéuticas mediante el uso de los anticuerpos monoclonales, interfiriendo en la relación entre el cáncer y el sistema inmune. En esta compleja red, es esencial prestar atención a como las conductas y las respuestas emocionales del sujeto afectan su expresión biológica. Ya que ningún organismo funciona como un circuito cerrado, no podemos esperar tampoco que un fármaco o tratamiento pueda darnos la completa solución para una patología de difícil manejo y alta mortalidad como el cáncer. En este estudio cuasiexperimental se estudió como los factores de estrés psicológico generan vulnerabilidad biológica en pacientes con cáncer, y si un programa intensivo de cambio de estilo de vida puede ayudar a generar resiliencia y mejor adaptabilidad biológica, no solo frente al estresor particular que significa recibir un diagnóstico de cáncer, sino también a mejorar la progresión de la enfermedad.
No se estableció relación entre el grado de patología y el nivel de cambio realizado, si bien establecer esta relación con los métodos de medición utilizados puede ser una gran limitante (ya que se deberían medir la sobrevida para cada diagnóstico y estadio en particular comparado con los que recibieron la intervención). Si se encontró que los pacientes con mayor gravedad de patología oncológica tuvieron mayores niveles de estrés previos al diagnóstico. También, que un programa intensivo de cambio de estilo de vida ayuda significativamente a mejorar los indicadores psicológicos que se estudiaron.
A pesar de los grandes avances en la terapéutica farmacológica y los métodos de detección temprana para el cáncer, este trabajo muestra la importancia de tratar los aspectos biopsicosociales, integrándose a los tratamientos ya disponibles en los pacientes oncológicos.
Los datos recolectados de mayor valor para estas hipótesis son, por un lado y con fuerte significación estadística, que a mayores niveles de vulnerabilidad por estrés psicológico en los meses previos al diagnóstico se asociaron con mayor gravedad de cáncer. A su vez los grados más leves de patología oncológica presentaron grados más bajos de vulnerabilidad por estrés psicológico en los meses previos al diagnóstico. Estos últimos hallazgos tuvieron gran significación estadística con p<0.005. Otro hallazgo fue que el grado de cambio en el grupo expuesto a la intervención de CEV (Cambio de Estilo de Vida) fue estadísticamente significativo con respecto al grupo que no fue expuesto a dicha intervención. Teniendo en cuenta, además, que el grupo no expuesto pertenece a una asociación de pacientes oncológicos que realizan grupos de apoyo social, relajación y teatro, aunque bastante menor intensidad que la propuesta del programa PARA® de la Fundación Salud. De estos dos datos, podemos inferir, que una intervención profunda para el cambio de estilo de vida, que contemple técnicas de relajación, mindfullness, apoyo social, nutrición, eudaimonia, ejercicio físico, trabajo con los sentidos, intervención cognitiva, y técnicas de regulación y expresión emocional aumenta la capacidad de la persona para afrontar el estrés por la enfermedad y cambiar biomarcadores de la red PNEI que se asocian no solo a una mejor calidad de vida, y puede también impactar en una menor gravedad de la enfermedad al disminuir la carga alostática, la inflamación y habilitar al sistema inmune para ejercer su función citotóxica. Es decir, que la resiliencia se puede enseñar y aprender con un programa intensivo de CEV y esto impacta favorablemente en la calidad de vida y posiblemente en la progresión de la enfermedad.
Es interesante asociar los 4 valores más altos de vulnerabilidad en la población de pacientes con cáncer con la activación del eje HPA y el SNA, y cómo esto trabaja a nivel celular, bioquímico y genético generando un microambiente de inflamación y alteración del sistema inmunológico.
Los 4 factores de mayor vulnerabilidad fueron:
-Auto exigencia
-Incapacidad para relajarse
-Incapacidad para estar en paz
-Sentirse fuera de control constantemente
Cabe preguntarse y aquí usar la imaginación, ¿Cómo será la bioquímica de una persona que no puede relajarse en ningún momento, que no tiene un segundo de paz, que se siente fuera de control constantemente y además siempre se está exigiendo más?
Seguramente falten estudios que puedan evaluar estos cambios a nivel bioquímico y en los biomarcadores. Pero la bibliografía consultada nos da una plataforma de un marco teórico que apoya fuertemente los datos encontrados en este estudio. De estos 4 factores puede desprenderse además, que el perfil a nivel general del paciente con cáncer puede tender a ser un perfil adaptado, que no manifiesta los síntomas de estrés emocional para el exterior y pese a los cambios en los biomarcadores que va sufriendo, puede seguir en el mismo camino de esfuerzo, sacrificio y mostrarse como cualquier otra persona de la sociedad en la que está inmerso. Apoyando esta hipótesis, podemos observar dentro de los constructos menos puntuados o relevantes están los siguientes, en orden de menor puntuación a mayor:
-Incapacidad para llorar
-Incapacidad para manifestar la ira físicamente (todo el tiempo me daban ganas de romper cosas)
-Motivación (el constructo “me sentía completamente desmotivado” fue el 5to menos puntuado, por lo que los sujetos, a pesar de estar “estresados”, estaban motivados a seguir adelante a pesar de los indicadores somáticos, que este fue un punto con alto valor significativo de vulnerabilidad, como se describirá más adelante)
-Era muy confrontativo fue el 6to constructo menos puntuado, acá mostrando poca manifestación de la discordancia.
Y si a este perfil le agregamos los 4 siguientes constructos más puntuados de vulnerabilidad:
-No entendía nada mis emociones (alexitimia)
-Estaba constantemente irritable (a pesar de no confrontar)
-No sabía identificar sensaciones en el cuerpo (poco registro del cuerpo y capacidad de frenar cuando la carga alostática es considerable)
-Me enojaba mucho cuando las cosas no salían bien
Es decir, para terminar de pintar a este supuesto estereotipo, es un sujeto que nunca está en paz, se siente fuera de control, no sabe relajarse, se exige a más no poder, además no entiende su mundo emocional convulsionado, y mucho menos las sensaciones del cuerpo que le indican que debe parar, no llora, y con todo esto se le suma que está constantemente irritable y se enoja mucho cada vez que algo sale mal, pero a pesar de esto no confronta con los demás ni manifiesta físicamente la ira contra ningún objeto; y se las arregla para mantenerse motivado persiguiendo las metas de su vida. Este grado de disociación sintomática, es funcional a un ecosistema que el sujeto o paciente vive como amenaza, pero adapta todas sus respuestas para “disimular” el malestar y las emociones negativas que le generan. De esta forma además, con este estado de disociación, perpetúa mecanismos internos que lo llevan a vulnerar su biología mediante una sobrecarga alostática y mantiene el “orden” o “status quo” de su medioambiente sin ser disruptivo ni pedir ayuda para manejar la situación de una mejor manera cambiando las percepciones.
¿Podemos imaginar la presión interna de un sujeto de estas características? Si bien no es adecuado generalizar un “perfil de personalidad” del paciente oncológico, ya que las características de cada persona y cada paciente son únicas, y puede haber diferentes formas mediante las cuales el estrés psicosocial puede vulnerar la salud con una sobrecarga alostática, hay algunas preguntas que prevalecen:
¿Es el cáncer el resultado de exprimir la biología de nuestro cuerpo al máximo?
¿Es el estrés crónico promotor de la inflamación crónica que va produciendo cambios lentos pero considerables que se van acumulando y promoviendo la aparición y evolución del cáncer?
Sin caer en fundamentalismos deterministas, la información recolectada muestra esta relación en el contexto específico de pacientes con cáncer, pudiendo haber otros factores de vulnerabilidad, además de los ya conocido y mencionados; y también, que mayores niveles de estrés psicológico no causen vulnerabilidad física en otras personas con una genética más resistente. Y entendiendo además, que puede haber diferencias sustanciales de la afectación de la VEP en los diferentes tipos de cáncer según su capacidad para responder a hormonas y factores de crecimiento generado por la inflamación. Además, debemos juzgar el estrés no solo por la percepción del mismo sino por la respuesta biológica desadaptada, y esto dificulta la obtención de mediciones más específicas, ya que aún no hemos definido rangos específicos de marcadores biológicos que sean definitorios de estrés crónico (aunque si a nivel general). Pero si es imprescindible acumular información para entender mejor estos mecanismos a nivel bio-psico-social, y desarrollar intervenciones específicas que ayuden a los pacientes oncológicos a mejorar la calidad de vida e impactar positivamente en la progresión de su patología.
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